La Asociación de Disminuidos físicos busca concienciar de las dificultades del colectivo
Marta Tejero intenta salvar una de las barreras con la silla de ruedas.
Un pequeño escalón a la entrada de un establecimiento puede ser un obstáculo insalvable para un discapacitado físico.
Incluso la altura de los
botones de un parquímetro puede impedir que una persona en silla de
ruedas sea capaz, por sí sola, de pagar el aparcamiento. Son pequeña
barreras que formaron parte del circuito en silla de ruedas organizado
ayer por la Asociación Coordinadora de disminuidos Físicos de Navarra
(Acodifna). El objetivo de este proyecto, Siéntate, Participa y Cuéntanos,
fue sensibilizar a la sociedad de los límites arquitectónicos que
existen en la ciudad y que las personas sin discapacidad se enfrentaran a
las dificultades que este colectivo tiene en su día a día. Los
recorridos organizados fueron tres, partiendo de la plaza del Castillo y
atravesando Carlos III, el paseo de Sarasate o la calle Estafeta.
Marta Tejero fue una de las valientes que se atrevieron a
montarse en una de las sillas y experimentar de primera mano las
dificultades. "Hay muchas más trabas de las que me imaginaba, nunca
había montado en silla de ruedas. Lo que más he notado ha sido la fuerza
que tienes que hacer con el brazo y las dificultades que se presentan
simplemente paseando ", afirmó. Una opinión que según María Pía Canals,
arquitecta y miembro de Acodifna, es la más común entre los que realizan
el circuito. Una persona que se sienta, una vez que se levanta ya no
puede verlo igual. Te fijas en que hay una rampa que es demasiado larga,
un bordillo de tantos centímetros", apuntó. Los niños son los más
lanzados para hacer el recorrido pero también han conseguido que se
suban concejales a las sillas. "Que se siente gente de los ayuntamientos
también es importante porque al final ellos tienen posibilidad de hacer
algo para mejorar", comentó Maura Monente, secretaria de la asociación.
Además, la secretaria añadió que "dentro de que queda mucho por hacer,
Pamplona es una ciudad muy accesible".
María Eugenia, de 52 años, padeció poliomielitis, una
enfermedad que la llevó a tener que usar la silla de ruedas desde los 2
años. Conoce muy bien las barreras arquitectónicas de la ciudad y hasta
hace tres años y medio no cambió su silla manual por una motorizada, que
le costó cerca de 6.000 euros. "No todo el mundo se puede permitir una
silla de estas y además no te dan ayuda si tienes movilidad en las
manos, porque se supone que puedes ir en una manual, cosa que no es
así", aseguró. María Eugenia lleva unos 7 años en las asociación y acude
siempre que puede a este tipo de actividades.
Acodifna lleva muchos años luchando por una mejor adaptación
urbana y por la eliminación de los prejuicios sociales hacia los
discapacitados. La asociación funciona con subvenciones conseguidas "con
mucho empeño", según Monente. Pero actualmente están sufriendo muchos
recortes que están influyendo en los servicios que ofrecen. "Lo estamos
pasando mal. No podemos dar lo mismo con menos gente y es una pena
porque son servicios necesarios como la rehabilitación o el transporte",
aseguró la secretaria. Pero a pesar de la escasez de presupuesto,
siguen organizando actividades y proyectos como Siéntate, Participa y Cuéntanos para mejorar la integración de este colectivo en la sociedad.
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